El líder y su visión del cuerpo
Si analizamos la historia del siglo XX y pensamos tan solo en la ciencia, notaremos que al referirnos a ella a principios de siglo, vienen a nuestra memoria los nombres de científicos que marcaron la vida del mundo: Freud, Einstein, Borh, Curie, etc.
Para mediados de siglo ya es más fácil identificar a los centros de investigación, que a los científicos que trabajan en ellos: Harvard, M.I.T., Yale, Oxford, etc. ¿Qué ocurrió? El mundo descubrió, antes que la Iglesia, que son más importantes y poderosos los equipos que los individuos y comenzó a funcionar en verdaderas redes multidisciplinarias. Lo mismo ocurrió a nivel empresario, comercial, bélico, artístico, comunicacional, entre naciones, etc.
Las grandes corporaciones (cuerpos) han llegado a ser tales por haber entendido esto a tiempo y comportarse en unidad, coordinadamente, con planes de educación y capacitación únicos y para todos.
Es por ello que uno las puede encontrar en cualquier lugar del mundo y reconocerlas de la misma manera aquí que allá. Son verdaderos cuerpos.
¿Ocurre lo mismo con la Iglesia? La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y como tal la primera y más grande corporación de la historia pero, a su vez, la más dividida y heterogénea.
¿Podes vos imaginar dos locales de Mc Donald’s en una misma ciudad ignorando uno el accionar del otro, o compitiendo, u obrando uno en contra del otro? Es realmente impensable.
¿Podes vos imaginar más de una congregacion en una ciudad trabajando unánimes, con un mismo mensaje, coordinando sus acciones en pos de objetivos comunes, defendiéndose mutuamente y compartiéndolo todo? Dios, sí lo hace.
Que el cuerpo sea tal no depende de Dios, sino de sus líderes y su visión.
Dice el Señor Jesús:
22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno,
así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste,
y que los has amado a ellos
como también a mí me has amado.
Juan Cap.17
No sólo la efectividad de un líder se verá afectada si no sabe verse realmente integrado en el cuerpo ,sino los alcances de su visión. La visión de un líder solitario no puede ir más allá de lo parroquial, para que su visión alcance los límites del reino, deberá tener una mentalidad de reino.
En el reino hoy funcionan equipos ministeriales formados por distintos ministerios que aportan su individual capacidad, en una verdadera sinergia ministerial. Estos equipos pueden tener características totalmente diferentes unos de otros: equipos de jóvenes, de salmistas, de mujeres, de empresarios, etc. A su vez, estos equipos trabajan coordinadamente entre si y con otros ministerios en estructuras que abarcan grandes extensiones geográficas hasta llenarlo todo llamadas “redes ministeriales”.
Líder que no vea o no acepte este termino de cuerpo se marginará de la fantástica tarea que Dios tiene para nosotros hoy.
Si analizamos la historia del siglo XX y pensamos tan solo en la ciencia, notaremos que al referirnos a ella a principios de siglo, vienen a nuestra memoria los nombres de científicos que marcaron la vida del mundo: Freud, Einstein, Borh, Curie, etc.
Para mediados de siglo ya es más fácil identificar a los centros de investigación, que a los científicos que trabajan en ellos: Harvard, M.I.T., Yale, Oxford, etc. ¿Qué ocurrió? El mundo descubrió, antes que la Iglesia, que son más importantes y poderosos los equipos que los individuos y comenzó a funcionar en verdaderas redes multidisciplinarias. Lo mismo ocurrió a nivel empresario, comercial, bélico, artístico, comunicacional, entre naciones, etc.
Las grandes corporaciones (cuerpos) han llegado a ser tales por haber entendido esto a tiempo y comportarse en unidad, coordinadamente, con planes de educación y capacitación únicos y para todos.
Es por ello que uno las puede encontrar en cualquier lugar del mundo y reconocerlas de la misma manera aquí que allá. Son verdaderos cuerpos.
¿Ocurre lo mismo con la Iglesia? La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y como tal la primera y más grande corporación de la historia pero, a su vez, la más dividida y heterogénea.
¿Podes vos imaginar dos locales de Mc Donald’s en una misma ciudad ignorando uno el accionar del otro, o compitiendo, u obrando uno en contra del otro? Es realmente impensable.
¿Podes vos imaginar más de una congregacion en una ciudad trabajando unánimes, con un mismo mensaje, coordinando sus acciones en pos de objetivos comunes, defendiéndose mutuamente y compartiéndolo todo? Dios, sí lo hace.
Que el cuerpo sea tal no depende de Dios, sino de sus líderes y su visión.
Dice el Señor Jesús:
22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno,
así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste,
y que los has amado a ellos
como también a mí me has amado.
Juan Cap.17
No sólo la efectividad de un líder se verá afectada si no sabe verse realmente integrado en el cuerpo ,sino los alcances de su visión. La visión de un líder solitario no puede ir más allá de lo parroquial, para que su visión alcance los límites del reino, deberá tener una mentalidad de reino.
En el reino hoy funcionan equipos ministeriales formados por distintos ministerios que aportan su individual capacidad, en una verdadera sinergia ministerial. Estos equipos pueden tener características totalmente diferentes unos de otros: equipos de jóvenes, de salmistas, de mujeres, de empresarios, etc. A su vez, estos equipos trabajan coordinadamente entre si y con otros ministerios en estructuras que abarcan grandes extensiones geográficas hasta llenarlo todo llamadas “redes ministeriales”.
Líder que no vea o no acepte este termino de cuerpo se marginará de la fantástica tarea que Dios tiene para nosotros hoy.
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